La Magnífica Supernova Cassiopeia A: Un Legado Estelar en la Vía Láctea

La Magnífica Supernova Cassiopeia A: Un Legado Estelar en la Vía Láctea

Foto astronómica del día

Descripción original:

Supernova Remnant Cassiopeia A

2025-01-17
Massive stars in our Milky Way Galaxy live spectacular lives. Collapsing from vast cosmic clouds, their nuclear furnaces ignite and create heavy elements in their cores. After only a few million years for the most massive stars, the enriched material is blasted back into interstellar space where star formation can begin anew. The expanding debris cloud known as Cassiopeia A is an example of this final phase of the stellar life cycle. Light from the supernova explosion that created this remnant would have been first seen in planet Earth’s sky about 350 years ago, although it took that light 11,000 years to reach us. This sharp NIRCam image from the James Webb Space Telescope shows the still hot filaments and knots in the supernova remnant. The whitish, smoke-like outer shell of the expanding blast wave is about 20 light-years across. A series of light echoes from the massive star’s cataclysmic explosion are also identified in Webb’s detailed images of the surrounding interstellar medium.
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La Magnífica Supernova Cassiopeia A: Un Legado Estelar en la Vía Láctea

La Magnífica Supernova Cassiopeia A: Un Legado Estelar en la Vía Láctea

Supernova Remnant Cassiopeia A

En la vastedad de nuestra galaxia, la Vía Láctea, las estrellas masivas llevan a cabo vidas espectacularemente cortas pero intensas. Nacidas de nubes cósmicas gigantescas, encienden sus potentes hornos nucleares para crear elementos pesados en sus núcleos. Después de solo unos pocos millones de años para las más masivas, este material enriquecido es expulsado al espacio interestelar, iniciando así un nuevo ciclo de formación estelar.

Cassiopeia A es un ejemplo vívido de esta fase final en el ciclo de vida estelar. La luz de la explosión de supernova que creó este remanente se observó por primera vez en el cielo terrestre hace aproximadamente 350 años, a pesar de que tardó 11,000 años en llegar hasta nosotros.

Gracias al telescopio espacial James Webb, ahora podemos apreciar una imagen precisa del remanente de esta supernova masiva. Capturada con la cámara de infrarrojo cercano NIRCam, la imagen muestra los filamentos y nudos aún calientes del remanente. La envoltura externa, semejante a humo blanco, tiene un diámetro de aproximadamente 20 años luz y es el resultado de la onda expansiva. Un asombroso fenónemo también capturado son los ecos de luz de la explosión cataclísmica de la estrella masiva, detectados en el medio interestelar circundante.

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